Más allá del Tártaro

Posted by Renzo Donovan | Posted in | Posted on 11:41


Se abren las puertas del Tártaro. Heme aquí entre la bruma.
Se inyecta azufre en las venas y va volátil a la niebla, la silueta
mohína de una sombra.

Dicen que más allá  EL vive. Dicen que no se llora ni se gime.
Pasa, pasa, hijo mío,-profiere un cuervo-que en el averno ya hace calor,
y la doncella blanca alarga sus rizos negros sobre los mortales cadáveres de tu tierra.

Han de ser execrables tus suspiros,-musita otra sombra-
 Para que con morriña vengas a visitar al vástago bastardo de sol.
Tornan mis ojos a la oscuridad que con dos golpes de madera
se abre paso entre la noche.

¡Sí!. Dicen que allá no se llora ni se gime. Se abren abismos en mi frente; mis tenues hinojos expelen el valor. Si por un instante silencioso lo viese a EL. Si inquiriese en sus pupilas, si me obligara a ser suyo; no volvería…y con gusto.

Se abren las puertas del Tártaro.
Observa aquella doncella nuestras encarnadas manos.
Suenan las campanas en la torre. Si estuviese preparado,
si no sufriese de suplicios, si tan solo…

Qué excelsa figura, qué hermosos brazos, que cándida mirada,
La gran longitud de su envergadura advierte cálidas caricias.

Pon un pie más allá de las puertas,
 respira de la bóveda azul que extiende sus brazos;
siéntete seguro con aquellos muros rocosos y arenosos
que custodiarán tu sosiego; goza de la algazara de los nativos.
Da un paso; mueve el talón-habla el azufre con presunción- no regreses,
ni siquiera nos recuerdes.

Se abren las puertas del tártaro, dicen que no hay penumbra,
ni lóbregos cariños, dicen que donde EL vive, no se llora ni se gime;
amado, amado sea por siempre AQUEL.

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