Fábula I

Posted by Renzo Donovan | Posted in | Posted on 10:34

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Dos circunferencias de lata son mi sustento;
en el tórax llevan la insignia:
a la República del Perú;
y en la frente el sello:
al Banco de reserva,
fulge como epitafio.

Y el sustento es el poseer la avidez;
de aquí a allá, de punta a punta,
como flotando en el asfalto,
conducirán a mis ojos
que en el asombro se dejan llevar.

La lata será el guía hacia el nunca más,
hacia el claxon de una lisura,
hacia la rítmica provinciana,
hacia la mugre de la pobreza,
hacia las emociones humanas,
hacia la contemplación de un par de piernas.

Son dos niñas traviesas, que a carcajadas
se mofan del sudor, de la fatiga, de la rabia,
de la vergüenza de unos cuantos animales
en camisa y sombrero.

Dos latas de circunferencia son mi sustento,
Con ellas lloro, rio, canto, bailo, observo, muero,
gozo, gano.
¡Qué mística, la suya!
Exhibidoras de “el secreto Trujillano”.

Y giran, giran, por sobre las moscas
de la mercadería danzan el ballet más chabacano,
Se irán, se van, se fueron…

Empezaré otra vez…

A la Esperanza.

Posted by Renzo Donovan | Posted in | Posted on 10:33

1

Allá, camina impávida hacia el futuro;
el traje perla de encajes del que
mis ansias la vistieron un día, le ciñe al cuerpo
con el salero monárquico que solo ella sabe fingir.

Su adiós acaricia el orbe con alas de paloma frágil
para en picada embestir contra mis utopías
que entre la impotencia de un creyente y un rosario,
desfallecen hacia el recuerdo.

Sí, he de mirar la aurora que marcha con botas
de militar celestial en el desfile de la muerte nocturna
y con esta los aros gaseosos de mis versos han de fundirse.

Versos que entre siseo sigiloso de la luna
y la coronación eximia del alba, el aire tragaran a bocanadas,
henchirán el pecho y gritarán:

¡Vuelve, vuelve!
¡Si nos dejas, hemos de escupir la vida!
¡Vuelve,
sin sollozos, vuelve!

La regresión pecaminosa

Posted by Renzo Donovan | Posted in | Posted on 10:31

1

El humo de las inexorables apatías ha llamado a la puerta,
                                                        Bésame-ha gritado-,
                                                                         Bésame.

Llórame, por largas noches tibias, donde el silencio gris
aseche a tus pestañas como fierecilla al cadáver.
Llórame, a la par de los años tristes donde la esclavitud
y el ardiente deseo eran una sola cosa.

Esbozará mi desdén dos líneas curvas en mi frente
y acrecentarán, impasibles, las pecaminosas pinturas del pasado.
El alma gritará al cuerpo y el cuerpo sonreirá a la mente,
ella juzgará y con gruesos eslabones de púas ha de sangrar el ánimo.

El humo de las inexorables apatías ha llamado a la puerta,
                                                        Bésame-ha gritado-,
                                                                          Bésame.

Verán ellas la estatua inerte e indiferente de mi dilatada espalda
y se erguirá el empuje constante de la ofuscación divina,
¡Dios me ayude y así fuese!

Mas la envergadura de sus alas infernales ha de hacerse patente;
vergüenza infinita será el sueño crepuscular de mis cadentes suspiros.
Los ojos absorberán la nada y, otra vez, la nada entre la algarabía,
ha de hacerse latente.

El humo de las inexorables apatías ha llamado a la puerta,
                                                        Bésame-ha gritado-,
                                                                          Bésame.

…Mis labios asfixiarán sus venas que han de roer el lucero…

…Mis labios embestirán contra el latir de su corazón
y a la cúspide del olvido emprenderán la aventura…

…Mis labios han de estampar la ilusión etérea del amor
en el enjuto espacio de su existencia…

….Así, solo así, las besaré.

A la noche en vela

Posted by Renzo Donovan | Posted in | Posted on 13:18

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Las largas cadenas del aburrimiento
tan grises y gruesas sujetan mis sentidos
y mi voluntad.

Esbozan traviesas entre los espacios del horizonte,
ora dura  contracciones, ora funestas y encarnizadas
pinturas que vaticinan un delito inexorable, ora se pasean
entre la columna de la lujuria que aferrada a las bases
óvalas del inicio de la vida anuncia con alzar vuelo.

Como dos sagaces púas de frío metal
bañadas en desasosiego sepulcral 
devoran el camino que hacia mi felicidad les falta recorrer.

¡Día negro! ¡Día fatal!
Execrables eslabones crudos
que en el péndulo del mal pecado y del horrible crimen,
balancean mis enjutas esperanzas.