Gangrena de la marea

Posted by Renzo Donovan | Posted in | Posted on 12:02

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La gangrena de la marea oscura, terca, se acerca.
Pérfida mulata del collar grisáceo, aleja tu mirar;
Tú, nadadora del cadavérico océano de inteligencia intrínseca;
Llena el vacío con otra de tus fechorías; lleva un alma más.
                                        
Si cuando apareces, se llenan las calles de pálidas rosas
Que juntas aúnan el llanto, que juntas observan
Un trágico andar corriente, sea para ti insolente.

¿Pero qué más hace un ceño fruncido?
¿Qué más hace el angustioso rostro que por
Tus asaltos fue más de una vez herido?

Es que ¿Somos insolentes? ¿O somos seres vivos?
La lucha de un par de imágenes que entre la bruma
De los deseos reposa, esa es tu gran enemiga.
Aleja tu imperioso rostro enjuto; que no da más.

La afrenta del amor, del que amase con entrega,
Será un día la burbuja que de tus manos habrá huido
Será el curioso, tunante animal que tu poder habrá roído.

Lo qué mas amo de ti: tu piel.

Posted by Renzo Donovan | Posted in | Posted on 11:54

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Recuerdo tu lozana tez junto a la piel.
¡Ay! Cuánto deseo sentir tu pecho junto a mi rostro.
Cuánto deseo sentir tus caricias; y así dormir, para amarnos como solo nosotros sabemos amar. Cuánto deseo pintar con mis labios, tus rodillas, tus manos, tu rostro y tu cintura. Así, dejar a mis manos ahondar en el misterio de tu alma.

¡Ay! Qué abrigo emanan tus beso; cuánta ternura y delicadeza.
Y cuán gélidos son tus ojos y dedos ahora.

Qué lejos los vientos vespertinos, que sobre dos cuerpos felices soplaban.
Qué anciana es esa tarde en la que a tu lado, reposó mi corazón.

¡Ay, alma mía! Si despierto entre la bruma con el recuerdo de un sueño
en mi ojos; un sueño donde jugábamos a querernos, un sueño que desvanece
al rayar el alba.
Un sueño, solo eso: un sueño.

Tu tersa y cálida piel con salero se contonea al ritmo de mis anhelos,
a la exigente música de mis recuerdos; ora se entrega, ora ahonda en pasión,
ora entrelaza el alma tuya con la mía.

Llega una doncella que con los rizos negros extendidos al cielo, luce su vestido plateado. Anuncia: cesa y se extingue el amor en la memoria, joven poeta; las garatusas se extinguen en la frente, y los besos regresan al viento del ayer.

Aquella tarde, donde junto a ti dormí, donde  fue tu piel la devoción de mis suspiros,
donde fue tu piel la alfombra donde descansaron  mi amor, y mi cariño alguna vez. Aquella tarde, ya gastada, ya acabada, a la muerte se rinde. Y con ella nuestro amor fenece.   

Sufrir cual hombre

Posted by Renzo Donovan | Posted in | Posted on 11:50

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Se cristalizan las lágrimas con la atmósfera gélida de la soledad.
Cuántas veces quise a tus miradas, y cuántas veces amaste tú las mías.

Mares y corrientes heladas podrán entumecer mi alma,
Mas es aún insulsa e hiriente,  la ausencia de tus caricias, muchacha.
Será el magma del averno castigo al necio pecador, mas es la culpa
la que consume mis anhelos y mi sonrisa: la sonrisa de un infiel arrepentido.

Si no te quisiese, no te pensaría.
Y si no te pensase, no sufriría,
Sí, soy un pusilánime que se ahoga en tu
recuerdo;
Una lágrima amarga que sueña con tu alegría.
La glacial ventisca de tu falta migra mi alma a rincones de reflexión y honda melancolía. Y carcome mi esperanza, la silueta desconocida de aquella mujer antes amada; qué digo amada; fue querida; qué digo querida, quizá solo usada.

Pervertí el abrazo de las yemas de los dedos, que un día atrás me ofreciste,
En el pasional juego de dos cuerpos, sin conciencia, sin futuro.
Qué momento, y qué dolor sentía el corazón, y qué agudos los ojos
destellantes que a tus caricias, a volar enderezaron.
Pisoteé dicciones fervientes de ilusión con la inédita  labor de mis manos.

Y ahora; ahora es mi andar la procesión hacia la muerte.
Ahora duermo bajo el techo del purgatorio merecido.
Me enamoré como niño, ahora sufriré como hombre.

Más allá del Tártaro

Posted by Renzo Donovan | Posted in | Posted on 11:41

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Se abren las puertas del Tártaro. Heme aquí entre la bruma.
Se inyecta azufre en las venas y va volátil a la niebla, la silueta
mohína de una sombra.

Dicen que más allá  EL vive. Dicen que no se llora ni se gime.
Pasa, pasa, hijo mío,-profiere un cuervo-que en el averno ya hace calor,
y la doncella blanca alarga sus rizos negros sobre los mortales cadáveres de tu tierra.

Han de ser execrables tus suspiros,-musita otra sombra-
 Para que con morriña vengas a visitar al vástago bastardo de sol.
Tornan mis ojos a la oscuridad que con dos golpes de madera
se abre paso entre la noche.

¡Sí!. Dicen que allá no se llora ni se gime. Se abren abismos en mi frente; mis tenues hinojos expelen el valor. Si por un instante silencioso lo viese a EL. Si inquiriese en sus pupilas, si me obligara a ser suyo; no volvería…y con gusto.

Se abren las puertas del Tártaro.
Observa aquella doncella nuestras encarnadas manos.
Suenan las campanas en la torre. Si estuviese preparado,
si no sufriese de suplicios, si tan solo…

Qué excelsa figura, qué hermosos brazos, que cándida mirada,
La gran longitud de su envergadura advierte cálidas caricias.

Pon un pie más allá de las puertas,
 respira de la bóveda azul que extiende sus brazos;
siéntete seguro con aquellos muros rocosos y arenosos
que custodiarán tu sosiego; goza de la algazara de los nativos.
Da un paso; mueve el talón-habla el azufre con presunción- no regreses,
ni siquiera nos recuerdes.

Se abren las puertas del tártaro, dicen que no hay penumbra,
ni lóbregos cariños, dicen que donde EL vive, no se llora ni se gime;
amado, amado sea por siempre AQUEL.

Tertulia a la sombra de la luna

Posted by Renzo Donovan | Posted in | Posted on 11:37

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Suenan las campanas del silencio
¡Vituperio inminente!-grita el extranjero-
Sí, eres inferior, burdo, clavaré mi engañosa espada
Bífida y fría en tus ojos: No hablarás, No amarás.
No comerás. Más vivirás.

Extranjero: Soy la mirada de un ídolo decadente
y su esplendor magnánimo descansa sobre mis labios.
Soy el dios de la debilidad-su hijo quizá-. El dios que llora.

Demonio: Se mofan mis cejas y mis labios de tu insolencia.
Lóbrego es mi cuerpo, lastimero y sacrílego mi carácter.
¿Qué puedes hacer contra la ignominia que provocan mis colmillos
ensangrentados-sangre de aquel Dios muerto- en tu frente?
Sí, soy antítesis, la antípoda espiritual de tu Dios-aquél que nació con los ojos blancos,
y sin vida- más aún, de tu ser.
Mira. ¡Mira!. Polvo. Sí eres polvo. Sí eres bazofia, un niño astuto
Que gime por ser vástago de lo inconsistente, de lo irreal, de lo estúpido. 

Extranjero: Mas, tú, la “realidad” del cuerpo que parasito
Eres cual mancha negra en un mural, en un fresco: insignificante.
Yo domino, ¿aún no lo entiendes? Y así será por siglos.
Esta alma mía es. Su futuro fatídico, ruin y débil, ya lo planeé.
No hay inmoralidad que valga en una mente amable, benevolente y moralista.
¡No! Pues un perro del desierto no hace ciencia.
Muerte, muerte. ¿Oyes? Sí, es la anemia de tu vitalidad, la pérdida de las cuencas
de los ojos de tu sentido : tu fin.    

Demonio: Soy la antípoda de tu Dios muerto. ¡Soy valiente! La ironía
recae sobre tu andar, sobre tu sendero-es mi execración- y el sinsentido
gobierna tu placer, tu saciedad, tu amarga alegría… ¡Aquí estaré!, aguardando…
Dormiré.

Del Sentimiento Profundo

Posted by Renzo Donovan | Posted in | Posted on 11:34

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Llega a tu camino…
¡Oh! Pérfido sendero el que aguarda.
Calma el oprobio y  la ignominia extranjero de mala muerte;
 bebe del árbol de la vida para que perezcas con nosotros.
Prueba un poco de la Sangre de Dios, colma tu sed.
Grajea la execración de las almas extraviadas, ellas sí satisfacen.

¡Muerte! ¡Viene la Muerte!, grita el abismo;
mientras se huele la algarabía venir en el aire.
No llores extranjero,  ya es hora de fallecer.

¿Lágrimas? ¡Lágrimas!-sustancia inútil-.
¡Soy maniqueísta! Vamos atrápame.
Así es el mundo es basura:
¡Adelante! Hurgaré en ella.

Impureza-mientras sonríe a lo lejos el amado-
es mi causa, mi ser, mi bienestar. ¡Soy maniqueísta!

Ahora dices: ¡Abraxas!... ¿Abraxas? Es bazofia, un truhán.
Pero, ¿me amará? “Sí”-deja que sus labios balbuceen-
“Mas no sirvo de nada, quizá sólo un poco.”

¡Oh, alma mía!
¿Ya estas agonizando?, extranjero,
aún no oigo gemidos de limpieza, de transformación

Camina, marcha. Me encuentro-que oiga el amado, que se aproxime, me libere-
Lisiado, ciego. Soy sólo un hoyo, un cuerpo inerte, podrido,
Que balancea su voluntad hacia un fin: el sufrimiento.  

Sentencia del Orbe I

Posted by Renzo Donovan | Posted in | Posted on 11:27

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E iba cayendo del monte aquel esférico oscuro,
víctima constante de las rocas en el camino.
El cielo despejado y diáfano contemplaba a lo lejos
el nacimiento de una negra y misteriosa esfera.

Esférico oscuro, cada paso tuyo
absorbe el aire de nuestro insignificante orbe.
Cada paso tuyo, te conduce a una desbocada
perfección que devora el viento sin medida…

Y paria el monte a un hijo con desprecio,
mientras sin esperanzas mi alma observaba
cómo al nacer a aquellos señores engullía.
Lino fino, y cuero hermoso convertidos en sangre
¡Come, come! Nadie te frena. Goza.

Esférico oscuro, tu cuerpo va cayendo
y la pendiente lo soporta, mas se acrecienta
tu hambre, pues no te sacia la sangre y el pánico
de estas mundanas y tristes almas.

Y no soportaban mis ojos el dolor de aquellos
malditos que atrapados en la esfera, gemían.
Palidecían sus rostros, y sus ojos
regados en el monte adornaban el camino

Esférico oscuro, venciste, ahora me posees
Has devorado ya hasta las sienes
y has convertido al mundo en una inerte masa
para burlarte de ellos y de mi por siempre.

Frente Estigia

Posted by Renzo Donovan | Posted in | Posted on 11:19

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Frente Estigia,
La muerte a la barca de Caronte me impulsó.
Azufre y olvido emana de sus aguas procelosas y  lóbregas,
 cual garzón de suplicios y penurias se acerco de entre el horizonte.

Infamias,  una gota de sangre se desprende de la neblina.
Oh Hades, Mefisto: Desertas de mis pensamientos.
Al alma, a los ojos viene el dios de los débiles:
¿Por qué no te apartas? Repúdiame una vez más.

Cae la noche sobre la noche sin luna;
la barca roza los anhelos, los rostros, el olvido...
Pura mentira, dios ignorante, imperfecto retrae tus lágrimas

Chacales oscuros quebrantan la ilusión de la alegría;
anacoreta lúgubre, sosiego y sacrílego; la mente es tu madre
y el odio tu hermana, niégalos solo una ves más,  ya para siempre.

Ardid Noctívago

Posted by Renzo Donovan | Posted in | Posted on 10:23

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Lejos encontraré al fin un lugar
allá en los confines del mar
ahogaré mis penas bajo el ocaso.
dioses mortales que dibujan la tierra
a trazos:

Hoy pude llegar a lo profundo,
revisé mi alma, ¡urdid iracundo!
Trampa para el alba, predilección
infinita por la noche o quizá adicción
vehemente por el dolor,

Llora la luna sin decoro,
se mofan las estrellas de tal calvario;
blancas y brillantes juegan al azar
Sin luz, luna solitaria que se
esfuerza por pernoctar.

Niebla espesa que gobierna déspota
y cual vieja arpía, calla y trata
de dibujar un abismo en mi frente
¡perdición eterna!, por vivir llegue a la muerte.